miércoles, 31 de octubre de 2012

EXPO DIA DE MUERTOS 2012


 
 


 

Con un admirable espíritu de artista el profesor, arquitecto  y arista Javier Murillo López hace gala de sus habilidades para crear las “Catrinas”,  piezas de belleza exquisita, indispensables en el altar que año con año montan en el Patio cívico de la institución para honrar la memoria de los “files difuntos”. El evento está a cargo de la academia de Educación y expresión artística.


 
Podemos apreciar la dedicación con la que Javier pinta las monumentales esculturas que en este 2012-13 lucieron en el Altar del Día de Muertos.

No hay duda, obra de un verdadero artista.



Alegoría, entusiasmo, dedicación y gusto por preservar las tradiciones mexicanas.

 



Los educandos colaboran con ahínco mostrando así su espíritu colaborador en esta trascendental actividad en la que el folklore mexicano esta presente.



 

La versión original de la Catrina es un grabado en metal autoría del caricaturista José Guadalupe Posada, el nombre original es "La Calavera Garbancera". "Garbancera" es la palabra con que se conocía entonces a las personas que vendían Garbanza que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses (este último más común durante el porfiriato y renegaban de su propia raza, herencia y cultura.





Fue Diego Rivera quien la dibujó por primera vez vestida en su mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", donde la calavera aparece como acompañante de su creador: José Guadalupe Posada. Asimismo fue el muralista quien la llamó "Catrina" nombre con el que se popularizó versión original es un grabado en metal autoría del caricaturista José Guadalupe Posada, el nombre original es "La Calavera Garbancera". "Garbancera" es la palabra con que se conocía entonces a las personas que vendían Garbanza que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses (este último más común durante el porfiriato) y renegaban de posteriormente, convirtiéndola así en un personaje popular mexicano.



 
De acuerdo con el folclore mexicano, La Catrina es mejor identificarla como la muerte, puede mostrarse de muchas formas. Algunas veces se la encuentra alegre, vestida de manera elaborada, con ganas de divertirse e incluso coquetear con los mortales. Otras, nos la encontramos "en los huesos," lista para llevarnos cuando menos lo esperamos. Sin embargo, la relación que los mexicanos tienen con "La Catrina" se define por una serie de circunstancias íntimamente vinculadas con la historia y cultura de México, por lo que ésta se considera un huésped imprescindible en ocasiones importantes, como el Día de Muertos, que se celebra cada 2 de noviembre


De acuerdo con la tradición mexicana, se cree que la muerte, pero más específicamente la memoria de nuestros fieles difuntos, nos da un sentido de identidad, ayudándonos a arraigarnos a nuestra cultura y a nuestra comunidad. Esta perenne compañera la asociamos también, paradójicamente, con el placer de vivir ante la inminencia de la muerte. La Catrina, con su traviesa sonrisa nos invita a asir el momento, y a través de la música y la danza, encontrar el sentido de la vida. La doble identidad de La Catrina nos recuerda que la vida es aquí, ahora y eternamente, como la música y las artes.

 
 

¿Por qué se pone altar de muertos?
La fiesta de los Fieles Difuntos se celebra en México de diversas formas. El altar de muertos es una de ellas y se pone para recordar, con una peculiar mezcla de tristeza y regocijo, a los parientes y amigos que han fallecido. El sentir popular parece no resignarse con la muerte y recuerda cada año, en los primeros días del mes de noviembre, a sus "muertitos". Todo comienza el 31 de octubre a mediodía, cuando se tocan doce campanadas en la iglesia, y luego un repique solemne que anuncia la llegada de los niños difuntos. En muchas casas se prepara una mesa en la que se colocan vasos con agua, sal, jarrones con flores blancas y velas. Cada luz representa el alma de un niño. También se ponen los juguetes que los niños preferían en vida. Se encienden las velas y el sahumerio. Por la noche, se sirve la merienda a las santas almas infantiles, la cual consiste en tamales, pan, chocolate, atole, dulces y fruta.
Al otro día, 1° de noviembre, se pone desayuno de los niños, con los mismos alimentos. Al mediodía vuelven a sonar campanas para anunciar que han llegado las almas de los adultos. Éste es el toque de ánimas. Los parientes se reúnen para rezar el rosario y encender una vela grande por cada difunto; también se enciende una más para alumbrar a las almas que no tengan quien les rece. Entonces el altar de muertos se adorna con flores amarillas o de cempasúchil, y en él se ponen más tamales y los platillos preferidos de los ahora difuntos. También se dejan en la mesa cigarros, café de olla o botellas de aguardiente. Algunas personas ponen la foto de los muertos para recordarlos mejor.
Al otro día, a las 12 en punto, vuelven a sonar las campanas de la iglesia para anunciar que ya se van los difuntos, y es entonces cuando todo el mundo se dirige al camposanto. Se limpian y desyerban las tumbas para ponerles flores y arreglarlas. Si la tumba es de un niño, se le ponen flores blancas, y si es de un adulto, amarillas.

























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